Lecturas: Joel 2:23-32 · Salmo 65 · 2 Timoteo 4:6-8, 16-18 · Lucas 18:9-14

Vigésimo Domingo después de Pentecostés – Domingo Propio 25 – 26 de octubre de 2025

Introducción

Buenos días, mi querida familia. Hoy, Jesús nos cuenta una historia que llega directo al corazón. Desafía la comodidad y nos recuerda que Dios no nos mide por nuestra apariencia, nuestros logros ni siquiera por nuestra devoción; Él mira el corazón.

1. El peligro de la autojustificación

El fariseo se yergue orgulloso, agradeciendo a Dios por no ser como las demás personas. Enumera sus buenas obras.

  • Querida familia, nosotr@s también podemos caer en esta trampa. Compararnos con las demás personas, pensando que nuestra devoción nos hace “mejores” que quienes nos rodean, nos ciega.
  • Dios ve el corazón, no las apariencias.

2. El poder del arrepentimiento humilde

Ahora veamos al publicano. No levanta la vista. Susurra: «Dios, ten piedad de mí, pecador».

  • Esta es la postura que Dios honra. No la arrogancia. No la jactancia. Sino la humildad. La confianza. La honestidad ante Él.
  • A veces, el acto más valiente es admitir que necesitamos a Dios.

3. El cambio radical de Dios

Jesús dice: «Les digo que este regresó a casa justificado, el otro no».

  • ¡Esto es radical! El reino de Dios revoluciona el mundo. Las personas orgullosas pueden creer que son las primeras, pero son las personas humildes las que se elevan.
  • La gracia de Dios no se gana, se recibe.

Reflexión sobre las lecturas

Joel 2:23-32: Dios promete renovación y empoderamiento. La restauración simboliza cómo Dios sopla nueva vida a lo que parecía perdido o roto. Su Espíritu se derrama sobre todas las personas, mostrando un amor activo y transformador.

2 Timoteo 4:6-8, 16-18: Este pasaje transmite esperanza y fortaleza. Nos recuerda la presencia constante de Dios en medio de las pruebas, como un amigo fiel que nunca abandona, ofreciendo apoyo firme y liberación.

Conclusión

Mi querida familia, seamos como el recaudador de impuestos: humildes, honestos y abiertos a la misericordia de Dios. Liberémonos de la necesidad de comparar, de demostrar, de actuar. Solo entonces conoceremos la libertad de la gracia de Dios.

Desafío de la semana

Observa los momentos en que te sientes orgulloso u orgullosa de ti mism@. Conviértelos en momentos de oración. Reconoce tu necesidad de Dios y permite que Su misericordia te transforme de adentro hacia afuera.

Amén & Ashé

Puedes ver esta reflexión en Youtube.

También puedes leer todos los sermones del Padre Luis Barrios en la sección de Sermones.