Hechos 2: 1-21; Salmo 104: 25-35, 37; Romanos 8:14-17; Juan 14: 8-17
Dia de Pentecostés- 8 de junio de 2025
Hoy celebramos el Dia de Pentecostés en nuestra tradición cristiana. En Pentecostés el Espíritu Santo irrumpió en la historia humana con poder de cambio y construcción, iniciando el periodo de la iglesia de Dios. El Espíritu promueve la creación de comunidades dialógicas, abiertas, creativas y comprometidas con el mensaje salvífico-liberador de Jesús de Nazaret. Comunidades de hombres y mujeres que toman la palabra y la comparten, la cultivan, la recrean, la viven.

No quiero invertir mucho tiempo en discutir sobre lo que pasó allí en Hechos capitulo 2 o sobre el Movimiento Pentecostal que mas adelante surge en nuestros medios. Quiero enfatizar mucho más en los frutos del Espíritu Santo que debemos dar quienes decimos que hemos pasado por esa experiencia de Pentecostés. Pero permítanme aclarar unos asuntos antes de entrar en los frutos del Espíritu Santo.

Curiosamente la teología de la liberación puede haber optado por las personas pobres, como dicen Donald Miller y Tetsuano Yamamori, pero las personas pobres optaron por el pentecostalismo. A medida que más personas en América Latina, Asia y África adoptan el pentecostalismo como expresión de fe, debemos preguntarnos: ¿será capaz el movimiento pentecostal de abordar los problemas económicos y sociales que enfrentan? Yo creo que sí. El mismo tiene la capacidad, pero falta en muchas ocasiones la voluntad, el deseo de hacerlo porque se busca, como en otros movimientos, una posición neutral de acomodo con el estatus quo. Y esto lo digo son generalizar.

Por otro lado, algunas personas sugieren que el pentecostalismo estadounidense, y por desgracia por la relación colonial de subordinación esto incluye a Puerto Rico, representa una postura de sometimiento en donde la opresión se tiende a ver como una prueba por parte de Dios y las desigualdades sociopolíticas y económicas como resultado del pecado individual. Y lo peor es que se buscan soluciones mágicas en el más allá sin repercusiones en el presente. De aquí el no envolverse con las cosas mundanas.

Es aquí en donde se adoptan de políticas conservadoras y los valores materialistas de la cultura del consumo, el individualismo y la competencia del sistema capitalista.

Por otro lado, hay quienes argumentan que el pentecostalismo fuera de Estados Unidos está desarrollando una «teología de la liberación» en respuesta a problemas sociales. Estos últimos se describen como «pentecostales progresistas» que abordan temas de pobreza, sexualidad, desigualdad y ecología, entre otros. Sin embargo, el enfoque de estos pentecostales se centra en África, Asia y Latinoamérica/Caribe, con poca discusión sobre Estados Unidos. ¿Existe un equivalente estadounidense?
¿De qué maneras abordan l@s pentecostales en Estados Unidos temas de raza, clase, género, sexualidad, colonialismo, imperialismo y ecología? Se hace necesario poder responder a estas preguntas.

Ahora bien, es importante señalar que las señales de la presencia del Espíritu son audibles y visibles. El resultado de su derramamiento conduce a una actividad de habla y escucha, esto es, de comunicación con el pueblo, porque fuimos llamados y llamadas a acompañar y servir a ese pueblo.

Decir que el “hablar en lenguas” es sinónimo de tener el Espíritu Santo es una definición muy limitada de su presencia. El apóstol Pablo, en su carta a los Gálatas, nos presenta una lista de estos frutos que son esenciales para nuestro crecimiento espiritual, y así poder reflejar la presencia del Espíritu Santo en nuestro diario vivir. Yo no tengo problemas con quienes quieren hablar lenguas si hablan las lenguas de liberación de los frutos del Espíritu Santo.

Por otro lado, no hay que confundir los dones del Espíritu con los frutos que el Espíritu produce en la vida de las personas. Los dones del Espíritu son siete y son los «regalos» que el Espíritu da. Mientras que los frutos, según ha enseñado siempre la Iglesia, son las perfecciones que esos dones producen en las personas.

Hablemos entonces de estos frutos que debemos de producir. Estos frutos son mencionados en la carta del apóstol Pablo a los Gálatas, específicamente en Gálatas 5:22-23, donde se nos dice: «Mas el fruto del
Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley». En este pasaje, Pablo enumera nueve frutos que son el resultado de tener una vida guiada y llena del Espíritu de Dios. Cada uno de estos frutos es esencial en la vida cristiana y refleja el carácter de Cristo en nosotros.

1-Amor: El amor es el cimiento de todo lo que somos como cristianos, y es el distintivo principal de un seguidor de Jesús. Como lo dice 1 Corintios 13:13, «Ahora, pues, permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.»

2-Gozo: La vida cristiana no está exenta de dificultades y desafíos, pero el gozo del Espíritu Santo es una fuerza que nos sustenta en medio de las pruebas. Filipenses 4:4 nos dice: «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo:

¡Regocijaos!»

3-Paz: La paz que el Espíritu Santo otorga no es simplemente la ausencia de conflictos, sino una tranquilidad profunda que viene de una relación armoniosa con Dios. Como menciona Filipenses 4:7, «Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.»

4-Paciencia: A veces, la vida nos pone a prueba con situaciones que parecen no tener fin, y es fácil perder la calma. Pero la paciencia que el Espíritu Santo desarrolla en nosotros nos ayuda a mantener la compostura y a esperar con paciencia las promesas de Dios. Como dice Santiago 1:4, «Mas tenga la
paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.»

5-Benignidad: La benignidad es una cualidad que refleja la naturaleza de Dios, ya que Él es benigno y lleno de compasión. La benignidad implica una disposición amable y generosa hacia los demás, mostrando actos de compasión y amor sin esperar nada a cambio. Como nos recuerda Efesios 4:32, «Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios
también os perdonó a vosotros en Cristo.»

6-Bondad: A menudo, se confunde la bondad con la benignidad, pero hay una distinción importante. La bondad es la habilidad de hacer el bien y ayudar a los demás de manera activa, buscando oportunidades para ser de bendición y ser útil en la vida de otros. Como lo expresó Jesús mismo en Hechos 10:38, «cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»

7-Fe: La fe es la confianza y creencia firme en Dios y en su plan para nuestras vidas. Es la certeza de lo que esperamos y la convicción de lo que no vemos. Como se menciona en Hebreos 11:1, «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.»

8-Mansedumbre: La mansedumbre no debe confundirse con debilidad o falta de firmeza. Por el contrario, es una actitud humilde y suave que demuestra control sobre nuestras emociones y acciones. Como lo describe Jesús en Mateo 11:29, «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.»

9-Dominio Propio: El último fruto del Espíritu Santo que exploraremos es el dominio propio. La Biblia también lo llama «templanza». El dominio propio es la capacidad de controlar nuestros impulsos y deseos, viviendo una vida equilibrada y autocontrolada. Proverbios 25:28 nos advierte: «Como ciudad derribada y sin muros está el hombre que no puede frenar su espíritu.»

En otras palabras, los frutos del Espíritu Santo son un regalo divino que transforma nuestro carácter y nuestras acciones. Permitir que el Espíritu Santo trabaje en nosotros nos ayuda a reflejar la imagen de Cristo y a ser testimonios poderosos de su amor y gracia en el mundo. Es un proceso continuo en el que
debemos cooperar con el Espíritu, cultivando estos frutos en nuestras vidas a través del estudio de la Palabra, la oración, la adoración y la obediencia. Esto es un Pentecostés liberador.

Amen & Ashé.

Puedes ver esta reflexión en Youtube.

También puedes leer todos los sermones del Padre Luis Barrios en la sección de Sermones.