Isaías 2:1-5; Salmo 122; Romanos 13: 11-14; Mateo 24: 36-44

Primer Domingo de Adviento- 30 de noviembre de 2025

El Evangelio de Mateo 24: 36-44 nos enseña:

  • Jesús deja claro que nadie sabe el día ni la hora.
  • Esto es radical: nos pone fuera de nuestra zona de control y nos invita a vivir con una urgencia permanente de justicia y amor.
  • No se trata de miedo, sino de conciencia radical de nuestra fragilidad y responsabilidad.

Por esto hay que vivir preparados y preparadas, no temerosas o temerosos.

Prepararse no es acumular riquezas ni hacer rituales, sino alimentar la relación con Dios, servir al prójimo y caminar en integridad. Cada acción cotidiana, cada palabra y decisión, cuenta en esta preparación radical.

Necesitamos tener una vigilancia activa. Jesús usa la imagen de los sirvientes que esperan al amo y del ladrón inesperado. La vigilancia no es pasiva: es actuar con justicia, misericordia y fe en medio de lo ordinario. Nos llama a ser agentes de cambio, no espectadores o espectadoras.

La venida inesperada es también una esperanza radical: el fin de la injusticia, el levantamiento de los oprimidos, la restauración de todas las cosas. No podemos vivir indiferentes; cada día es un regalo para hacer el bien y extender el reino de Dios.

Es por todo esto que Adviento no es un tiempo de espera pasiva. Es un tiempo de interrupción divina, un tiempo donde Dios rompe rutinas, cuestiona sistemas injustos y despierta a un pueblo que a veces se acostumbra demasiado a la oscuridad.

El Adviento radical proclama que Dios entra en la historia no cuando todo está perfecto, sino cuando el mundo está lleno de imperios, violencias y cansancio.

Y aun así, Dios llega.

Adviento es el grito de un pueblo cansado. Es el clamor de quienes dicen:

“¡Basta ya!” Basta de corrupción, basta de injusticia, basta de iglesias cómodas, basta de religión sin compasión. El nacimiento de Jesús empieza como un grito de protesta contra las tinieblas.

Adviento es la revolución de la esperanza. La esperanza cristiana no es optimismo ni magia: es rebeldía espiritual, es creer que la luz puede vencer, aunque la noche sea larga, es preparar caminos, aunque el desierto parezca interminable, es seguir amando en un mundo que normaliza el odio.

Adviento nos llama a encarnar la luz. No esperamos a un Mesías para quedarnos mirando al cielo. Adviento dice: Sé tú también presencia de Cristo en tu comunidad. Donde otras personas apagan, tú enciende, donde otras personas excluyen, tú abraza, donde otras personas callan injusticias, tú levanta la voz.

Adviento denuncia los palacios y abraza los pesebres. El Mesías no nace en un imperio, nace en un pesebre. Dios se alía con los pequeños, las personas migrantes, las mujeres invisibilizadas, las personas que no cuentan.

Adviento nos pregunta: ¿De qué lado estamos? ¿Del lado del poder que oprime o del pesebre que libera?

Isaías 2:1-5 no describe el contexto inmediato, sino que presenta una visión mesiánica de un futuro reino de paz y justicia. Esta visión no es una descripción literal del futuro inmediato, sino una imagen ideal del reino de Dios que se establecerá finalmente. La perspectiva es escatológica, apuntando a un tiempo futuro de perfecta justicia y armonía bajo el reinado de Dios. Este aspecto utópico contrasta con la realidad de la época, resaltando la necesidad de un cambio profundo en la sociedad.

En Romanos 13:11-14, Pablo nos invita a reflexionar sobre la urgencia de vivir en la luz y a dejar atrás las obras de la oscuridad. Este pasaje no solo nos desafía a examinar nuestra vida espiritual, sino que también nos ofrece una guía sobre cómo debemos vivir en estos tiempos desafiantes.

Recordemos, Adviento es conversión profunda. No solo liturgia. No solo coronas y velas. Es mirar el corazón y decir: “¿Qué tengo que cambiar para que Cristo encuentre espacio en mí?” Es volver al amor, la justicia, la humildad. Es volver a Dios. Amen & Ashe

Puedes ver esta reflexión en Youtube.

También puedes leer todos los sermones del Padre Luis Barrios en la sección de Sermones.